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León XIV – un constructor de puentes para el mundo
Ayer, millones de ojos estaban puestos en la fachada de la Basílica de San Pedro en Roma. Justo había salido humo blanco de la chimenea de la Capilla Sixtina y personas de todo el mundo miraban en directo, o a través de las pantallas, los dos cortinajes tras los cuales se encontraba un nuevo Papa. Encima de la logia, el balcón desde el que los Papas imparten su bendición, se lee en letras doradas la abreviatura “Pont. Max.” – abreviatura de Pontifex Maximus. Significa algo así como “el gran constructor de puentes”. Es un título antiguo que proviene de la época de los emperadores romanos. El Papa León Magno fue uno de los primeros pontífices que dieron al título de Pontifex – constructor de puentes – un significado cristiano más profundo. El título se convirtió en símbolo de la misión del sucesor de Pedro: unir a los hombres con Dios y a Dios con los hombres en Cristo. El Papa como ingeniero de relaciones, como constructor de puentes entre el cielo y la tierra.
«La paz esté con vosotros»
Con estas palabras comenzó su pontificado el recién elegido Papa, el cardenal Robert F. Prevost. León XIV será su nombre, quizás una referencia a aquel gran constructor de puentes de la historia, el Papa León I, justamente llamado “el Magno”. En tiempos de conflictos dentro de la Iglesia, el Papa León se mostró de múltiples maneras como pacificador y constructor de puentes. Pero su fuerza la sacaba del Resucitado, Jesucristo, que con su muerte y resurrección construyó el mayor puente que haya existido jamás: el que une a Dios con la humanidad. Más aún: Jesús no solo fue el puente, sino que en su persona unió la plenitud de la divinidad con la plena humanidad.
Precisamente esta unidad fue puesta a prueba en tiempos del Papa León. ¿Cómo puede alguien ser Dios y hombre al mismo tiempo? ¿Un semidiós? ¿Una mezcla? Cuando los obispos se reunieron en Calcedonia para reflexionar sobre esta cuestión, el Papa León escribió una carta a Flaviano, su hermano y colega episcopal en Constantinopla. En ella explicó que la humanidad y la divinidad de Cristo están “sin separación ni confusión” (véase también YOUCAT La carta fue leída durante la asamblea de los obispos. «¡Pedro ha hablado por boca de León», exclamaron los obispos. Se restauraron la unidad de la Iglesia y la paz. El Papa León había construido puentes. Como el primer León, también nuestro nuevo Papa quiere construir puentes en Cristo: «Cristo va delante de nosotros. El mundo necesita su luz. La humanidad necesita de Él como el puente para ser alcanzada por Dios y su amor». No por casualidad, su lema como cardenal ha sido la frase de San Agustín: «Nos multi in illo uno unum» (Aunque somos muchos, en Èl, somos uno).
Rejas de arado y podaderas
« Es la paz de Cristo resucitado, una paz desarmada, y una paz desarmante, humilde y perseverante, viene de Dios, Dios que nos ama a todos, incondicionalmente». Con estas palabras afirma el Papa León XIV que la paz de Cristo es una fuerza que vence las guerras. Quizá haya en ello también un guiño al papa León I, que se enfrentó sin miedo al rey de los hunos, Atila, montado a caballo, cuando este pretendía destruir la ciudad de Roma con su ejército. Las palabras de León sembraron la paz y conmovieron al temido conquistador, que abandonó la península. El amor de Dios es el fuego que forja. «Con sus espadas forjarán arados y podaderas con sus lanzas.» (cf. Is 2,4).
La podadera y la reja del arado son algo más que herramientas agrícolas: Son también símbolos de una revolución de paz contra las grietas que, por desgracia, atraviesan nuestra sociedad: entre ricos y pobres, poderosos e impotentes, victimarios y víctimas...Hoy necesitamos una revolución de esa paz. Pero la revolución de la Iglesia no es una revolución del odio, sino del amor: no contra los ricos, sino a favor de los excluidos. Como obispo en Perú, el papa León XIV vivió esas tensiones en carne propia – no solo como testigo, sino también como alguien que sufrió con su pueblo. En él late el corazón del buen pastor: un corazón para los pobres, los olvidados, los que están en los márgenes. Y así nos llama: «A todos vosotros, hermanos y hermanas, de Roma, de Italia, de todo el mundo. Queremos ser una Iglesia sinodal, una Iglesia que camina, una Iglesia que busca siempre la paz, que busca siempre la caridad, que busca siempre estar cercanos, sobre todo a aquellos que sufren». Como el de su homónimo, su corazón late por la necesidad social del ser humano. El papa León XIII fue el primer Papa que alzó la voz en favor de los trabajadores explotados a finales del siglo XIX. Con su encíclica Rerum novarum (“Sobre las cosas nuevas”, refiriéndose a los cambios sociales de su tiempo), sentó en 1891 las bases de lo que hoy conocemos como la Doctrina Social de la Iglesia: una enseñanza sobre el trabajo, la justicia y el compromiso político del cristiano. DOCAT ofrece una magnífica visión de este compromiso social de la Iglesia – de León XIII a Francisco (y quién sabe: quizás pronto también a León XIV 😉).
Santa Madre de Dios
Al final de su discurso, el papa León XIV nos regaló un último guiño a su predecesor homónimo:
el papa León XIII fue un gran devoto de la Virgen María. Le dedicó más de cinco encíclicas al Rosario. No había discurso ni escrito sin una mirada a María, la madre de Jesús.
Y así también este día terminó con un tono mariano:
«Hoy es el día de la Súplica a la Virgen de Pompeya. Nuestra Madre María siempre quiere caminar con nosotros, estar cercana, ayudarnos con su intercesión y su amor. Por eso, quisiera rezar con ustedes. Recemos juntos por esta nueva misión, por toda la Iglesia, por la paz en el mundo y pidamos esta gracia especial a María, nuestra Madre».
Querido Papa León XIV:
Contigo miramos a María – y le pedimos su protección materna para tu nuevo ministerio como constructor de puentes en la Iglesia universal.
¡Te acogemos de todo corazón como nuestro nuevo pastor!
Tu tarea es grande. Tu responsabilidad también. Pero no caminas solo. Rezamos para que el Espíritu Santo te guíe, te fortalezca y te acompañe. Y hoy te hacemos una promesa:
- Te acompañamos con nuestra oración.
- Seguiremos comprometiéndonos con corazón misionero por los jóvenes del mundo.
- Permanecemos fielmente unidos a ti en el anuncio de Cristo – nuestro puente hacia el Padre y hacia toda la humanidad.

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