El Papa Francisco escribe el prólogo para el YOUCAT Catecismo Juvenil

El Papa Francisco hace un llamamiento a los jóvenes

"La razón principal de la existencia de la Iglesia es el amor", comienza el Papa su prólogo para la nueva edición italiana del YOUCAT Catecismo Juvenil. En particular, destaca el amor y la misericordia que Dios, el Padre, siente por cada persona y que nos ha revelado Jesús con su vida, su muerte y su resurrección.
El Papa describe el YOUCAT como una herramienta valiosa para comprender mejor la fe y establecer una conexión real y personal con Cristo. Subraya que esta relación debe estar marcada por el amor y la alegría: un amor que se refleja tanto en la relación con Dios como en la relación con los demás. Al mismo tiempo, invita a los jóvenes a leer este libro "con confianza". "Sí, me atrevo a decir: amad este libro, porque es fruto de amor."

Estar enamorados de Cristo

Para el Papa Francisco, ser cristiano significa, sobre todo, crecer en un amor profundo y apasionado por Jesús. Este amor es la base de la vida cristiana y se refleja tanto en la relación con Dios como con los demás. Conduce a una entrega que impregna la vida cotidiana y mantiene viva la fe. El Papa enfatiza que ser verdaderamente cristiano tiene que ver con un «enamoramiento» de Jesús, un amor que nace del encuentro personal y de la confianza.

Comprender a Jesús a través del catecismo

El YOUCAT es destacado como una herramienta importante para comprender mejor las enseñanzas de Jesús y arraigarlas en la vida cotidiana. Para el Papa, la pregunta «¿Qué haría Cristo en mi lugar?» es «la contraseña para una vida verdaderamente 'viva' y alegre».
El Papa Francisco describe el YOUCAT como un compañero para comprender mejor la fe y reflexionar sobre los valores y principios cristianos. Esta reflexión es necesaria para establecer una conexión más fuerte con Jesús en un mundo cada vez más complejo y para reconocer la verdad en Jesús.

Transmitir el amor de Cristo

El Papa invita a los jóvenes católicos a no guardar su fe solo para sí mismos, sino a difundir activamente el mensaje de Cristo. Subraya que compartir la fe no es solo una obligación, sino una fuente de gran alegría: «Y es así (...), no podemos dejar de hablar de Jesús, no podemos dejar de presentarlo y no podemos dejar de comprometernos a darlo a conocer a quienes aún no han tenido la oportunidad o solo han recibido una noticia inicial. Esta es, en verdad, la dulce alegría de la evangelización: la alegría de llevar nuestro amor por Jesús al mundo entero».

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