Credopedia
¿Reencarnación o salvación a través de Cristo?
James pregunta: ¿Existe la reencarnación?
Mientras que el hinduismo, el budismo y algunos movimientos esotéricos ven la reencarnación como el camino hacia la autorredención, el cristianismo se centra en la salvación a través de la muerte y resurrección de Jesucristo. Sin embargo, las enseñanzas de la reencarnación y el esoterismo resultan cada vez más atractivas incluso para los cristianos de todo el mundo. ¿Por qué es así? Jesús dice sin ambages: «Yo soy el camino, la verdad y la vida». (Juan 14:6) ¿Realmente le crees?
- Reencarnación y karma: Conceptos espirituales diversos
- En el cristianismo (no) existe el renacimiento
- Dios se hizo hombre para que el hombre pueda ser divinizado
- El cielo comienza aquí en la tierra
Reencarnación y karma: Conceptos espirituales diversos
La doctrina de la reencarnación no es un concepto uniforme, sino que abarca una variedad de enseñanzas que pueden diferir en su expresión e interpretación. En el budismo, por ejemplo, la reencarnación se entiende como un camino para alcanzar el nirvana, un estado de total liberación y paz. En contraste, otros movimientos esotéricos ven la reencarnación como un proceso continuo de desarrollo espiritual. Aquí, la reencarnación no se considera un camino hacia la disolución en el nirvana, sino como una oportunidad para aprender nuevas lecciones en cada vida y promover el crecimiento espiritual.
Según la idea de la reencarnación, el ser humano se convierte, en cierto sentido, en su propio «salvador», al purificarse a sí mismo a través de diversas reencarnaciones hasta alcanzar un estado de «perfección».
La mayoría de las doctrinas tradicionales de la reencarnación están estrechamente ligadas al concepto de karma. Según esto, el ser humano nace con karma, las consecuencias de sus pensamientos y acciones de vidas anteriores. El objetivo del ser humano es reducir su mal karma para, finalmente, alcanzar la salvación.
El mensaje cristiano, en cambio, no conoce el karma. El ser humano no puede redimirse a sí mismo. Sin embargo, puede recibir la salvación de Jesucristo.
En el cristianismo (no) existe el renacimiento
El mensaje central del cristianismo es que el ser humano es redimido única y exclusivamente por el amor y el sacrificio en la cruz de Jesucristo. La salvación es, por lo tanto, una gracia inmerecida de Dios al ser humano, la cual no puede ganarse ni por el propio esfuerzo ni por la acumulación de “buen karma”.
El concepto de karma contradice por completo la creencia católica en la gracia y el perdón de los pecados, por medio de los cuales Dios ya ofrece al ser humano un nuevo comienzo aquí en la Tierra y, en este sentido, un «renacimiento», una «renovación». (ccf. Juan 3,3).
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña: «La muerte es el fin de la peregrinación terrena del hombre, del tiempo de gracia y de misericordia que Dios le ofrece para realizar su vida terrena según el designio divino y para decidir su último destino. Cuando ha tenido fin "el único curso de nuestra vida terrena" (LG 48), ya no volveremos a otras vidas terrenas. "Está establecido que los hombres mueran una sola vez" (Hb 9, 27). No hay "reencarnación" después de la muerte.» (CIC 1013)
Dios se hizo hombre para que el hombre pueda ser divinizado
Como imagen de Dios, cada ser humano desempeña un papel específico en la creación. Y este papel es único, irrepetible e intransferible. Incluso después de la muerte, el ser humano no puede desprenderse de este papel ni intercambiarlo. No hay un retorno a una nueva forma física o una nueva vida terrenal. Cada ser humano tiene solo una vida para prepararse para la eternidad. Y esta singularidad invita al ser humano a valorar la vida: su propia vida y la de los demás.
El valor incomparable de la vida humana se hace especialmente visible a través de la encarnación de Dios. Jesucristo es Dios hecho hombre, quien ha vivido todas las fases de la existencia humana, desde la concepción hasta la muerte. La encarnación de Dios muestra cuán sublime es la vocación de cada ser humano. Su destino es ser santo, e incluso divinizado. «Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía», escribe el evangelista Juan, y continúa: «Sabemos que seremos semejantes a él cuando se manifieste, porque lo veremos tal como es.» (1 Jn 3,2)
El cielo comienza aquí en la tierra
En el cielo encontraremos el cumplimiento total de lo que siempre hemos anhelado, ya sea consciente o inconscientemente. Conoceremos a Dios, que es el Amor, tal como es. ¡Y eso será nuestra dicha eterna! «Nosotros somos ciudadanos del cielo», dice el apóstol Pablo, «y esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor Jesucristo. El transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso ... » (Fil 3,20).
No necesitas viajar a tierras lejanas para encontrar a Dios. Más bien, como cristiano, puedes redescubrir tu fe, profundizar en ella y hacerla efectiva en tu vida cotidiana. «Yo soy el camino, la verdad y la vida», dice Cristo. (Juan 14,6). ¡Él también quiere ser tu camino, tu verdad, tu vida!
A través de los sacramentos, Él está contigo para fortalecerte y acompañarte en tu camino de fe. Incluso está tan cerca de ti que se hace uno contigo cuando lo recibes en la sagrada Eucaristía. ¡ÉL es tu fuente de fortaleza! No necesitas buscarla fuera. Mira hacia la cruz, donde tu Redentor murió por ti. Acepta su gracia. Entonces, para ti, ¡el cielo comenzará para ti aquí en la tierra!
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