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Credopedia Identidad - El poder del amor

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Identidad - El poder del amor

En las relaciones que están impregnadas de aprecio amoroso, la propia identidad puede fortalecerse. Es el amor el que hace que la persona se convierta en quien está destinada a ser.

mins read | Stani Mičkovicová

La Formación de la identidad

Son innumerables los factores que influyen en nuestras vidas. Nuestra autoestima determina cómo nos enfrentamos a los demás, cuánto amor permitimos y, en última instancia, cuánto felices que somos. Si se tiene suficiente amor y respeto por uno mismo, se puede transitar por la vida con más seguridad y confianza. Dependiendo de las experiencias pasadas, puede ser necesario reaprender el autorespeto. Las relaciones con figuras significativas de la infancia y la adolescencia moldean la autoestima y la capacidad de entablar relaciones sanas más adelante en la vida. La falta de autoestima puede llevar a sentirse no merecedor de amor, e incluso, en el peor de los casos, cuestionar la propia existencia. La autoestima personal influye en la calidad de las relaciones interpersonales y el bienestar social.

La crisis de identidad: La lucha por el propio «yo»

Las redes sociales se han convertido en parte integrante de nuestra vida cotidiana. Además de las diversas potencialidades positivas que ofrecen para la comunicación, la conexión y la difusión de información, también presentan desafíos y riesgos. Influyen en nuestra forma de pensar, hablar y sentir. Susurran cómo vestirse, cómo comportarse. Ante este desarrollo, no es nada fácil encontrar la identidad personal y el autorespeto. En algunos casos, especialmente entre los jóvenes, esto puede llevar, por ejemplo, a trastornos alimentarios, autolesiones, consumo de drogas u otros comportamientos destructivos. La persona afectada simplemente no cree que sea digna de amor y valor. La herida interior puede ser tan profunda que la curación duradera sin ayuda profesional es difícilmente posible. En este proceso, además de la familia, el entorno social y el círculo de amigos desempeñan un papel crucial. El estímulo, el elogio o el apoyo por parte de los padres o amigos pueden mejorar significativamente el estado emocional del afectado y ayudar a superar la crisis de identidad. Para los cristianos, su identidad está fundamentada en la relación con Dios. Viven con la certeza de que Dios es más grande que ellos mismos, que los ama sin reservas, sin condiciones, sin medida.

Identidad y amor

El verdadero amor, según lo entiende el cristianismo, tiene mucho que ver con la valoración, el respeto y la estima. Quien ama se alegra por la singularidad del otro y promueve su realización. La Biblia nos enseña lo que significa amar. El amor tiene la máxima prioridad en las Sagradas Escrituras: “Amarás al Señor tu Dios...” (Deuteronomio 6:5) y “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. (Levítico 19:18) En el cristianismo, el amor a Dios, el amor al prójimo y el amor propio son fundamentales (cf. Lucas 10:27). Porque quien se respeta a sí mismo, también valorará y respetará a los demás. Un nivel razonable de amor propio y autoestima son esenciales para construir y mantener relaciones sanas. Uno puede tratarse a sí mismo con la misma amabilidad y estima con la que un buen amigo lo haría: ¿Cómo me ve mi amigo? ¿Qué es lo que admira de mí y por qué me valora? Del mismo modo, uno puede reflexionar internamente y preguntarse: ¿Cuáles son mis intereses? ¿Dónde encuentro alegría? ¿Por qué me esfuerzo con gusto? ¿Cuándo y dónde fue la última vez que me reí a carcajadas? ¿Con quién me comparo a menudo y por qué?

Siente en tu interior

Date tiempo para ti. Abre la Biblia y déjate inspirar. Es como una brújula que puedes utilizar para orientarte. Observa lo que te mueve, lo que sientes y cómo te relacionas con los demás. Incluso si descubres aspectos de ti mismo que no te gustan, no apartes la mirada. Nunca llegarás a conocerte completamente. Solo Dios sabe quién eres realmente. Él te ama no solo cuando eres perfecto. Incluso las personas que te aman te ayudarán a comprenderte mejor. Puedes ser tú mismo. No es crucial lo que los demás piensan de ti. ¡Lo más importante es lo que Dios piensa de ti! En Jesús puedes reconocer cuán extravagante es el amor de Dios por ti. Él da todo por ti, ¡incluso su vida!