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Credopedia Comunicación: Lo que importa

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Comunicación: Lo que importa

¿Te ha pasado alguna vez? Otra persona habla y habla, pero no sabes muy bien qué es lo que realmente quiere decir. Existe una diferencia entre hablar y decir, entre entender y comprender. ¿Cómo puede lograrse una buena comunicación?

mins read | Stani Mičkovicová

El arte de la comunicación

Los pájaros cantan, los perros ladran, los gatos ronronean. Pero no pueden hablar. La comunicación va más allá del simple intercambio de palabras. Solo el ser humano posee la capacidad de hablar y entender. El lenguaje despierta emociones, establece una relación y favorece la comprensión. Es un regalo que puede abrir o cerrar la puerta al otro.

Hay situaciones en las que es mejor decir algo. Otras veces, el silencio puede ser la mejor respuesta. El arte de la buena comunicación radica en la capacidad de encontrarse verdaderamente con el otro: a través de palabras, expresiones faciales, gestos, empatía. Consiste en la interacción constante de recibir y dar. Y requiere la disposición para sintonizar con gran sensibilidad con la otra persona. Hay palabras honestas que construyen, pero también pueden ser destructivas si se pronuncian sin amor, con malas intenciones y en el momento equivocado. El significado de una expresión depende de la relación entre las personas involucradas y del contexto.

Lo que cambia una música es el tono

Cuando hablamos, comunicamos mucho más que el contenido de nuestras palabras. Nuestras emociones se hacen evidentes a través del tono y el color de nuestra voz. Si estamos enojados o molestos, generalmente se puede notar por el tono más alto de nuestra voz. Si tenemos miedo, nuestra voz se vuelve más temblorosa, mientras que en la emoción alegre es más clara. Pero hay más que solo el lenguaje oral. Hablamos a través de nuestras expresiones faciales, postura corporal, gestos o contacto visual. La comunicación no verbal a menudo ocurre de manera completamente inconsciente y puede revelar más sobre el otro que muchas palabras. Y luego son las acciones las que hablan. Estas suelen decir mucho más que palabras bien formuladas, gestos amorosos o miradas compasivas. En los Hechos de los Apóstoles leemos sobre los primeros cristianos: “Vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno.” (Hechos 2:45) El escritor antiguo Tertuliano describió a los primeros cristianos diciendo: “¡Mirad cómo se aman!”. De hecho, el amor es un lenguaje poderoso, ya sea comunicado a través de palabras, expresiones faciales, gestos o acciones.

Apertura en la comunicación

San Ignacio de Loyola, también conocido como maestro de la comunicación, describe el amor reverente como el núcleo de la comunicación: “El amor consiste en comunicación de las dos partes, es a saber, en dar y comunicar el amante al amado lo que tiene o de lo que tiene o puede.” La esencia del verdadero amor es mostrarse al otro tal como uno es, sin miedo y sin vergüenza falsa. La franqueza y la transparencia generan confianza. Y donde hay confianza, también se pueden abordar temas difíciles. Especialmente los novios que tienen la intención de casarse deben ser francos y sinceros entre sí y no ocultar nada importante. Esto incluye eventos como heridas de la infancia, relaciones anteriores, infertilidad, aborto, enfermedades, adicciones. Ocultar conscientemente información importante podría resultar en una ruptura de la confianza en la relación.

Deja que hable el amor

Cuando nos decimos palabras hermosas, habla nuestra boca. Cuando nos abrazamos, habla nuestro cuerpo. Cuando nos hacemos regalos, habla nuestro corazón. Incluso el sexo es una forma de comunicación, ya que implica un intercambio muy íntimo. ¿Cuántos problemas en el matrimonio se resolverían si los cónyuges fueran más sensibles y abiertos al lenguaje del otro? El Papa Francisco dijo: “Muchas veces uno de los cónyuges no necesita una solución a sus problemas, sino ser escuchado. Tiene que sentir que se ha percibido su pena, su desilusión, su miedo, su ira, su esperanza, su sueño.” (Exhortación Apostólica Postsinodal Amoris laetitia, 137)

Entonces, ¿qué tal si volvemos a mirar conscientemente a la otra persona y escucharla? ¿Simplemente estar a su lado? Porque así es Dios. Él espera a que vengas, te escucha y sí, a veces también dice algo... ¡si se lo permites!