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Obituario del Papa Francisco
Con profunda gratitud nos despedimos del Papa Francisco. Con su muerte, el mundo pierde a un apasionado constructor de puentes, a un humilde pastor de almas y a un incansable defensor de la generación joven.
- Un corazón para los jóvenes
- Un pastor cercano y un misionero lleno de alegría
- Su legado permanece vivo
- Querido Papa Francisco,
Un corazón para los jóvenes
Con profunda gratitud nos despedimos del Papa Francisco. Con su muerte, el mundo pierde a un apasionado constructor de puentes, a un humilde pastor de almas y a un incansable defensor de la generación joven. Durante doce años, su pontificado marcó a la Iglesia con una nueva cultura de cercanía, sencillez y escucha. Abrió puertas: a las periferias de la sociedad, a las preguntas de los jóvenes, a los corazones de los creyentes. La juventud ocupó un lugar central en su visión pastoral. Repetidamente subrayó su potencial como portadores de esperanza para una Iglesia en salida. “Enamorados de Cristo, los jóvenes están llamados a dar testimonio del Evangelio en todas partes, con su propia vida.” (CV, 175) Para el Papa Francisco, este llamamiento era una misión: el anuncio de la fe por parte de los jóvenes era para él una clave para la renovación de la Iglesia.
“Ser apóstol no es llevar una antorcha en la mano, poseer la luz, sino ser la luz.” (CV, 175) Les dio dos tareas a los jóvenes en su discurso de noviembre de 2024: “Formen redes, pero hagan también ruido. Esto es muy importante. En esta tarea – formar redes y hacer ruido – los invito a ser la voz de todos, especialmente de aquellos que no tienen voz.”
Un pastor cercano y un misionero lleno de alegría
Quien se encontraba con el Papa Francisco —ya fuera en la Plaza de San Pedro o a través de sus palabras— percibía su cercanía. Sus ojos miraban siempre al corazón de las personas: “Tener amigos nos enseña a abrirnos, a comprender, a cuidar a los demás, a salir de nuestra comodidad y aislamiento, a compartir la vida.” (CV, 151)
“La Iglesia necesita la mirada cercana para contemplar, conmoverse y detenerse ante el otro cuantas veces sea necesario.” (EG, 169) Con ello, nos llamaba a todos a dejarnos tocar: por el sufrimiento ajeno, por la búsqueda de sentido, por el amor de Dios.
Sus gestos tiernos de amor y cercanía iban de la mano con un ardiente deseo de anunciar el Evangelio. “¡La alegría es misionera!” Estas palabras nos quedan como recuerdo y desafío. El Papa Francisco fue un anunciador de esa alegría que brota de la fe: del encuentro con Jesús y de la esperanza en la misericordia. Amor y verdad, alegría y humildad, ternura y firmeza — estas cualidades se unieron en su persona de forma única y dieron credibilidad y profundidad a su anuncio, impulsándonos a no solo conocer y proclamar la fe, sino aún más: amarla y vivirla.
Su legado permanece vivo
Con gran gratitud, desde la Fundación YOUCAT recordamos los prólogos conmovedores que el Papa escribió para nuestros libros. Una y otra vez animó a los jóvenes a redescubrir el tesoro de la fe y a llevarlo al mundo con valentía. Para el YOUCAT, el Papa Francisco nos regaló un prólogo muy personal: un llamado apasionado a los jóvenes a leer el catecismo juvenil y a dar vida a la fe. Su último aporte a la nueva publicación “YOUCAT Amor para siempre” nos conmueve especialmente. Se siente como un legado – un testamento espiritual a la Iglesia joven. El Papa Francisco fue un hombre de grandes sueños: de una Iglesia que sale, que escucha, que ama. Con la Y-Biblia, el DOCAT, el YOUCAT for Kids, la nueva edición del Catecismo Juvenil YOUCAT, y pronto también con YOUCAT Amor para siempre, podemos contribuir a hacer realidad ese sueño.
Querido Papa Francisco,
el Señor Jesús,
nuestro divino Maestro y Amigo,
te conceda ahora el descanso eterno.
Dale, Señor, el descanso eterno.
Brille para él la luz perpetua.
Descanse en paz. Amén.

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