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La soledad: ¿Maldición o bendición?
Nos vemos cada vez menos, usamos el teléfono con menos frecuencia, nos comunicamos principalmente a través del chat. Y mientras tanto, se introduce sigilosa y desapercibida en nuestras vidas: la soledad.
- Necesitamos el uno del otro
- Conectados y aun así solos
- No toda soledad es igual
- Soledad en el matrimonio
- La Soledad como oportunidad
Necesitamos el uno del otro
El ser humano no está hecho para la soledad. Biológica, psicológica y emocionalmente, está diseñado para vivir en comunidad. El matrimonio, la familia o las amistades contribuyen a experimentar un profundo sentimiento de conexión y pertenencia. Sin embargo, la soledad puede colarse incluso en los momentos más hermosos con personas cercanas. Sentirse solo en una relación puede ser abrumador y doloroso. No sentirse valorado y amado, no ser percibido, puede llevar a que la persona se aísle cada vez más. Las decepciones repetidas lo sumergen en una profunda soledad. Sin embargo, para ser feliz, el ser humano necesita de alguien más. Y si no lo tiene, desarrollará estrategias de compensación, a menudo de manera inconsciente. Por ejemplo, no es raro que las personas con problemas de apego se hagan amigos más fácilmente de animales que de personas. Esperan consuelo y comprensión de estas criaturas mudas, que posiblemente no hayan recibido de las personas significativas o amigos. Sin embargo, los animales, por muy lindos que sean, no pueden reemplazar las relaciones humanas ni llenar el vacío de la soledad.
Conectados y aun así solos
Gracias a internet, la conexión con el mundo exterior se ha vuelto más fácil que nunca. El smartphone crea conexión dondequiera que viajemos, trabajemos o vivamos. Gracias a los avances modernos, el mundo está abierto para nosotros; en cierto sentido, se ha convertido en una aldea global. Y, sin embargo, es una triste realidad: con la propagación del teletrabajo, las plataformas de educación online o las compras online, nos sentimos cada vez más solos. Las redes sociales deberían conectarnos, como sugiere su nombre. Pero en lugar de una auténtica interconexión, acabamos en un aislamiento aún mayor si no encontramos la forma adecuada de interactuar con el mundo digital. Nos alejamos de la vida real, lejos de las personas cercanas. En cambio, el uso correcto y responsable de los medios de comunicación nos ofrece un amplio abanico de oportunidades sin precedentes para mantenernos en contacto.
No toda soledad es igual
Siempre experimentaremos algo de soledad en nuestras vidas, independientemente de nuestra situación familiar o de nuestro círculo de amigos. Pero no toda soledad es igual. No todo el que está solo se siente necesariamente solo. Estar solo es un estado objetivamente visible; la soledad, en cambio, es un sentimiento subjetivo. Estar solo y sentirse solo pueden, pero no necesariamente ocurren al mismo tiempo. La experiencia de la soledad tiene mucho que ver con el anhelo humano de lo infinito. A veces se siente como «nostalgia», como un anhelo interminable por el verdadero hogar. Precisamente esta experiencia es a la que se refería San Agustín cuando escribió en sus Confesiones: “Nos hiciste para Ti, oh Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”. Incluso en el corazón de los cónyuges, habrá momentos en los que se sentirán separados el uno del otro. O incluso abandonados. Y solos. Ninguna relación humana, por armoniosa que sea, puede satisfacer completamente el anhelo de conexión.
Soledad en el matrimonio
Es un milagro del amor cuando dos personas con educación diferente, tal vez incluso de culturas diferentes, dejan su propia familia para unirse y «ser una sola carne» (Cf. Génesis 2:24). En el matrimonio, se trata de enfrentar la vida juntos. Vivir juntos requiere un buen trabajo en equipo, disposición a comprometerse y comprensión mutua. A veces, sin embargo, estar juntos puede ser un gran desafío. Y precisamente estas situaciones ofrecen a los cónyuges la oportunidad de crecer más allá de sí mismos. El amor quiere crecer, quiere desplegarse. En los días buenos y en los malos. A lo largo del matrimonio, los cónyuges aprenden a amarse incluso cuando su relación no es armoniosa en ese momento. En esos momentos, es importante mantener el diálogo.
La Soledad como oportunidad
La soledad y el vacío interior no retroceden ni siquiera en la pareja más feliz. Pero se pueden transformar en algo hermoso, en algo fructífero que permita a la relación crecer. De hecho, existe una soledad beneficiosa que puede llevar a los cónyuges a una profunda conexión consigo mismos. ¡Y con Dios! Esa es la belleza de un matrimonio cristiano, ¡que Dios está presente en la alianza! A través de la oración compartida y el esfuerzo por las virtudes, los cónyuges invitan a Dios a su vida cotidiana. ¡Los cónyuges cristianos obtienen el amor de una fuente inagotable, que es Dios mismo! Ya sea que seas soltero, comprometido o casado, con hijos o sin hijos, recuerda: ¡En la soledad está la oportunidad de cambio! Has sido creado para Dios, para el infinito. En el silencio de la soledad, puedes encontrarte con Aquel que siempre ha estado ahí y que está ahí ahora. Para ti. ¡Ánimo!
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