Credopedia
¿Qué es la santidad y puedo ser santo/a yo también?
Para la mayoría de las personas, la santidad suena como algo inalcanzable e impopular. Creen que la santidad es solo para unos pocos elegidos. Sin embargo, la buena noticia es: ¡Tú también puedes ser santo!
- Santidad en la vida cotidiana
- Una mirada más allá de lo terrenal
- Ser santo es la vocación fundamental de cada persona
- Ser santo es una decisión
Santidad en la vida cotidiana
Ser santo significa vivir la vida cotidiana orientado hacia Dios, ya sea cuando estás con amigos, trabajando en la computadora, haciendo compras o rezando. No se reconoce a los santos por sus hazañas espectaculares, milagros o habilidades extraordinarias. Más bien, se les reconoce en su vida cotidiana común. Los santos son personas que han vivido lo ordinario de manera extraordinaria. Supieron hacer de cada situación cotidiana, por pequeña que fuera, algo precioso gracias a su amor. ¡Y así darle un valor eterno! Aunque sólo fuera porque cumplieron con su deber con amor fiel lo mejor que pudieron. La santa Madre Teresa de Calcuta dijo una vez: «No es tanto lo que hacemos, sino cuánto amor ponemos en lo que hacemos».
Ser santo no significa ser perfecto, libre de errores o de pecados. Los santos que veneramos hoy eran personas como nosotros. Tenían sus buenos y malos días, sus fortalezas y debilidades. Pero lo que distingue a los santos de otras personas es esto: eran personas que vivían del perdón de Dios. Caían, pero se levantaban de nuevo. Nunca se resignaban a sí mismos. Cuando llegaban a sus límites humanos, confiaban aún más en Dios. Los santos sabían que no tenían que hacerlo todo solo con sus propias fuerzas. Con la firme convicción de que Dios los ama incondicionalmente, incluso antes de que hicieran o lograran algo, los santos se convirtieron en personas verdaderamente libres y felices.
Una mirada más allá de lo terrenal
Los santos han hecho de Dios el rey de su historia y vivieron en íntima y confiada comunión con Él. Entendieron lo que realmente importa en la vida. Y también reconocieron lo que no es primordialmente importante. Poseían el don del discernimiento que es tan importante en la vida. Con una mezcla de humor y seriedad, San Felipe Neri mostró a un joven que hay algo más que «acumular graneros en la tierra». Cuando el joven le dijo una vez a Felipe Neri que estudiaba y esperaba terminar pronto sus estudios, el santo le respondió: «¿Y entonces?» - «Luego seré abogado.» - «¿Y entonces?» - «Luego seré famoso y llevaré muchos casos.» - «¿Y entonces?» - «Luego ganaré mucho dinero, me compraré todo lo que quiera, me casaré con una mujer hermosa y llevaré una vida de gran diversión.» - «¿Y entonces?» preguntó insistentemente Felipe Neri - «Entonces...», dijo el joven y se detuvo de repente. Y comenzó a comprender lentamente.
Este «¿Y entonces?» vale también para nosotros, ya que la vida terrenal, incluso si viviéramos 100 años, es solo un breve instante en comparación con la eternidad. ¡Pero de ese instante depende toda nuestra eternidad!
Ser santo es la vocación fundamental de cada persona
El ser humano anhela más que el paraíso perdido, anhela a Dios mismo. De hecho, la vocación de todo ser humano es encontrar la paz y la plena realización en Dios. El hombre ha sido creado tan noble que lo terrenal, por hermoso y agradable que sea, no puede satisfacerlo completamente.
Cuando Dios se convierte en la meta suprema de nuestra vida, entonces nuestro camino se vuelve claro. Entonces todo lo que nos sucede, incluso lo doloroso, adquiere sentido. Toda nuestra vida se convierte en una «contemplación de Dios», sin importar cuáles sean nuestras circunstancias.
¿Y que no somos perfectos? ¿Y que quizás tengamos un pasado no tan glorioso? Dios también puede escribir derecho en líneas torcidas. En los sacramentos, Jesús nos ha dado remedios para que podamos experimentar su presencia y recibir su poder sanador en diversas situaciones de la vida. Como María Magdalena, de la que habla la Biblia. Después de su encuentro con Jesús, experimentó un perdón profundo y comenzó una nueva vida, ¡se convirtió en santa!
Ser santo es una decisión
Tú también puedes ser santo. Dios quiere sanarte incluso donde no eres consciente de ninguna herida. Él te conoce mejor de lo que tú te conoces. Así que recuerda: ¡Convertirse en santo/a es más que un deseo piadoso, llegar a ser santo es una decisión!
Sea cual sea tu pasado, la decisión de ser una mejor persona, de convertirte en santo, depende de ti.
No olvides: Tienes una misión importante en este mundo. Tu vocación es responder al amor de Dios con amor. ¡Allí donde estás ahora! Los santos, a menudo en medio de muchas tribulaciones y sufrimientos, eran personas profundamente felices y realizadas. También tu vida puede ser una vida lograda. ¡Decídete por la santidad! Pero no esperes hasta mañana, porque la santidad tiene que ver con el AHORA.
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